martes, 25 de febrero de 2014

Retazos del pasado




 Me gustaba verla dormir, reír y suspirar despreocupadamente. Como su pelo se movía cuando me negaba las cosas con una sonrisa pícara en los labios. Solía soñar solo con olerla en la almohada, en mi cama, en nuestra cama. La piel se me erizaba con solo sentir sus dedos recorrer mi columna, ascender por mi nuca y perderse en mi pelo. Besarme tiernamente. Besarme a lo loco. Besarme con ansia. Besarme sin más. Pero tenerla cerca, notar su presencia, notar su calor, notar su aliento en cualquier parte de mi cuerpo.

Ahora solo duele, quema por dentro, araña y desgarra hasta la última parte de mí, hasta el más escondido recodo de mi alma, hasta el más profundo rincón de mi ser. Recordar su risa, sus suspiros y su lenta respiración cuando dormía me mata una y otra vez. Las imágenes que repetidamente vienen a mi mente me hacen desear no haber sentido pero a la vez sentirme dichoso de haberlo vivido, algo tan intenso, tan íntimo, tan poderoso que me hace desear morir. Su olor me abrasa y los flash back de su piel rozando la mía me destruyen lenta y dolorosamente. Ella se ha ido y nada ni nadie podrá traerla de vuelta. Nadie conseguirá vencer a la muerte, nadie puede cambiar el destino aunque mi destino era estar con Ella.

Blancanieves. 

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