sábado, 24 de agosto de 2013

El murmullo del agua.

Ella, tumbada boca abajo sobre la toalla, cierra los ojos disfrutando cada segundo, cada fracción de estos, al lado de él, que la mira mientras se hace la loca y sonríe. Uno de sus dedos acaricia su espalda subiendo y bajando al ritmo de su respiración, recorriendo su columna con delicadeza y tropezando de vez en cuando con las tiras de su bikini. Ninguno dice nada, es un tiempo reservado al silencio, a la imaginación, a la espera. El movimiento se interrumpe y él se acerca a ella, sus labios están a la altura de su oído.
- ¿Nos bañamos?- susurra muy bajito.
No hay nadie pero ese momento tan íntimo a ella le eriza la piel de la nuca. Sin despegar los labios, asiente. Él se levanta y va hacia la ducha. A continuación ella le imita y le sigue. El agua empieza a caer y la mira con una sonrisa en la boca.
- Si esperas a que pase yo primero puedes cerrarla- dice en respuesta a su expresión expectante y divertida.
Él da un paso y se coloca bajo el chorro de agua, dejando que cada centímetro de su cuerpo sea empapado por esta. Extiende el brazo y, pillándola por sorpresa, le coge la mano y le atrae hacia él. Pero no le deja quejarse, pues en cuanto están frente a frente, sus boca está sobre la de ella acallando cualquier protesta. 

Blancanieves y sus siete amantes.